lunes, 28 de julio de 2014

Muchos viven la pareja como una condena


 
 Entrevista a Sergio Sinay
 
 Por Ima Sanchís

(La siguiente entrevista a Sergio Sinay, fue publicada por el diario La Vanguardia, de Barcelona, el 24 de febrero de 2005.)

El amor no existe.

-No me diga eso...
-Eso de que hay una gran nube que se llama amor y que si uno logra pasar por ahí abajo será tocado por una influencia mágica que le cambiará la vida me parece...

-¿Una estupidez?
-¡Sí!, como decir que el amor se crea a partir de las similitudes, encontrando el alma gemela. Se crea trabajando las diferencias que existen entre dos personas que se eligen para formar una pareja fecunda y trascendente.

-Suena a clase de filosofía...
-El paradigma amoroso que hemos creado ayudados por el cine, la literatura y las creencias sociales, esa idea de que todos estamos destinados a vivir un gran amor, ha generado mucho sufrimiento; hasta el punto de que hay gente convencida de que ha amado muchísimo porque ha sufrido mucho.

-Lo del sufrimiento por amor es un clásico.
-Hay que cambiar ese paradigma. Hay que empezar por entender que la construcción amorosa es un trabajo.

-¡Y dale con el trabajo...!
-Creemos que el trabajo es sudor y sufrimiento; ocho horas en una jaula con luz eléctrica, sin fumar y deseando largarte. La idea de trabajo está disociada de la idea de creación, de gozo. Amar es construir desde ahí.

-¿Pero qué quiere construir?, ¿por qué?, ¿para qué...?
-A ver, antes quiero aclararle una cosa: yo no creo que sea obligatorio tener una pareja. Pero hay que entender que estar en pareja no es un fin en sí mismo. Si decides estar con alguien, mejor trabajar para conseguir darle sentido y contenido a esa relación.

-Pero dos personas empiezan a ser pareja porque se han enamorado, no porque se amen.
-Sí, y quizá demasiado rápido, porque el enamoramiento es desconocimiento del otro, atracción e ilusión, y no siempre acaba en amor. El amor es conocimiento y aceptación del otro y requiere tiempo y ganas.

-De acuerdo, ¿por dónde empezamos?
-Hay diferencias que son complementarias, otras que pueden ser elaboradas juntos mirando y escuchándose (todas esas cosas que se van olvidando en la convivencia). Y luego hay diferencias que son insalvables y que hay que tener en cuenta, porque no se le puede echar la culpa al otro de que no sea quien nos gustaría que fuera.

-Todo parece reducirse a lo que ya nos aconsejaba la abuela: comprensión, paciencia...
-¿Comprender qué?, ¿para qué?, ¿tener paciencia esperando qué cosa?...

-Parece yo.
-¿Qué es respetar al otro?... Todos decimos que respetamos al otro y no es verdad. Decimos que somos responsables hasta que tenemos, por narices, que hacernos cargo de nuestras elecciones y de nuestros actos, entonces transformamos la responsabilidad en culpa. Vivimos amores irresponsables.

-¿En qué sentido?
-Esperamos que el otro nos haga felices, se de cuenta de nuestros problemas, de lo que llevamos dentro... El amor no nos convierte en clarividentes, hay que decir las cosas. Yo creo que para estar con otro, uno ha de aprender antes a estar solo. Yo tengo que saber qué quiero y cómo lo quiero para poder transmitirlo. No puedo delegarle al otro la responsabilidad de que sepa lo que yo no sé.

-¿Y si no sabes lo que quieres?
-Aproxímese, haga una lista muy clara de lo que no quiere y al lado ponga los opuestos, ésa es la lista de lo que quiere. Yo trabajo con parejas y su frase más común es: "Tú ya no eres el que eras". En realidad lo que le está reprochando es que ya no responda a la imagen que tenía de él o de ella.

-Me da la impresión de que todo depende de la calidad y la madurez de cada uno.
-¿Y qué es la madurez?... Acumular experiencia en el conocimiento de uno mismo, lo que incluye aceptar los propios aspectos miserables. Pero nuestra sociedad practica el más vale mal acompañado que solo.

-Deme un punto de partida...
-Dos personas que aspiran a estar juntas deberían preguntarse: "¿Para qué quiero estar con el otro?"... No por qué, sino para qué, porque pedir pasión, comprensión y amor es pedir un abstracto. Si vamos preguntándonos sucesivos para qués, llegamos a una respuesta que no admite otro para qué.

-¿Por ejemplo?
-Para profundizar en la vida a través del amor. Luego viene la otra pregunta: "¿Cómo propongo que sea nuestra relación de manera que ese para qué sea posible?". Pero si no hay un para qué en común, olvídate del cómo, del qué necesito del otro, y del qué le ofrezco al otro; preguntas inevitables si quieres construir una relación con otro. Del mismo modo, si no hay combustible emocional, no tiene sentido plantearse la pregunta.

-El combustible se queda por el camino.
-Yo creo que las parejas tienen un momento de estar juntos con mucho amor, cumplen alguna llamémosle misión, traer un hijo al mundo por ejemplo, y luego se termina. Separarse cuando ya no hay un camino para seguir juntos es una forma amorosa de liberar al otro y liberarse a uno mismo. Pero mucha gente elige vivir la pareja como una condena.

-Honestidad mientras dure.
-El amor es un acceso al otro y el permiso a ser accedido por otro, algo muy creativo que merece la pena recorrer con sentido. Si naciéramos solos en islas desiertas, no tendríamos nombre. El otro nos da identidad.

-¿Cuál es el peor enemigo del amor?
-El piloto automático. Dar al otro por sabido, por oído y por sentido. El fuego, la pasión, puede acabar, pero el calor de las brasas es el más acogedor.
 
   
  

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